Asunto de vida o muerte
“Finalmente, hermanos,
un favor les pido por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu:
apóyenme con sus oraciones ante Dios” Romanos 15:30
El apóstol Pablo sabía como orar con todo su ser.
El pedido de ser apoyado en su oraciones va más
allá de las palabras. Si nos adentramos en la vida del varón de Dios, vemos que
él se dedicaba por completo al Señor, y esto solo se puede hacer mediante el
consistente, pertinaz, hábito de orar.
Es la misma dedicación que necesita un soldado
para estar listo para entrar en batalla. Cuando se entrena, busca
perfeccionarse, endurecerse, responder por reflejo a las amenazas, para que,
cuando lo necesite, su cuerpo y mente estén listos para entrar de lleno en el conflicto,
en combate.
No nos confundamos ni por un segundo, la
batalla espiritual es una batalla de vida o muerte. Es más, estamos hablando de
una vida que se prolonga luego de nuestro corto pasaje por este mundo. La vida
o muerte espirituales son eternas.
Recordemos lo que el mismo Pablo nos dice en su
Carta a los Efesios: “La batalla que
libramos no es contra gente de carne y hueso, sino contra principados y
potestades, contra los que gobiernan las tinieblas de este mundo, ¡contra
huestes espirituales de maldad en las regiones celestes!” Capítulo 6
versículo 12
El soldado de Cristo está continuamente
involucrado en ese combate mortal. El no orar, el no permanecer en contacto con
Dios, es perder terreno, es sufrir heridad que pueden ser mortales. Es caer en
manos de un enemigo despiadado que no solamente quiere triunfar sobre nosotros,
su objetivo es destruir a cada ser humano, es enviar al infierno a toda
criatura hecha a la imagen y semejanza de Dios.
El triunfo depende de la fuerza, de la
dedicación que pongamos en la oración, herramienta primordial en la lucha.
Pero no solamente es esforzarse, no desmayar,
continuar hacia la meta, sacando fuerzas de una fe que no ve con ojos humanos,
sino que con vista espiritual avizora las cosas que están más allá de lo
natural, de nuestra reducida realidad circundante. El orar es acumular
beneficios, tesoros en el cielo. Es como pagar un seguro, una cuota mutual, para
que cuando necesitemos, las bendiciones desciendan sobre nosotros.
Orar de todo corazón, teniendo en mente que
somos propiedad de Dios, es el secreto.
¿Quieres orar conmigo?.
Amado Padre, queremos agradecerte que nos
eduques sobre la importancia de permanecer en oración. Te pedimos que, como
propiedad tuya que somos, nos cuides y protejas de las garras del maligno. Enséñanos
a estar alerta y orar en todo tiempo, de buscarte de día y de noche, de decir
con el salmista: “así como el ciervo brama por las Corrientes de agua, asi
clama por tí, oh Dios, el alma mía”. Pon en nuestro entendimiento que lo cotidiano
no debe quitar de nuestra vista lo más importante, Tu Presencia.
En el Nombre de Jesús.
Amén
Bendiciones
Tu hermano en Cristo
Roosevelt Altez
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