“Si permaneceis en mi
y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que querais, y os será hecho”
Juan 15:7
El
privilegio de recibir es eso, un privilegio. Y se les otorga a los hijos de
Dios. Entonces: ¿Quiénes son los hijos de Dios?
Veamos: “Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios” Juan 1:12
Veamos: “Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios” Juan 1:12
En este pasaje radica el porqué muchos no
reciben lo que piden. Porque no han asumido que para que las oraciones sean
contestadas deben reconocer que Jesús es el Señor, recibirlo como su Salvador,
y permanecer en El.
Ahora, si tú has hecho todo esto, entonces continua
leyendo.
Si no, comienza por recibir a Cristo en tu corazón.
Si no, comienza por recibir a Cristo en tu corazón.
La gracia de Dios, ese regalo divino inmerecido,
no distribuye los dones a quienes no los aprecian, tal como no se le da dinero
a un bebé de dos años. Al venir a Cristo somos salvados porque nos unimos a El,
pero es por permanecer en esta unión que somos purificados, que recibimos gozo,
que somos bendecidos. Todo esto está en Cristo, y no precisamente para
quedárselo, sino para otorgarlo a manos llenas a su pueblo. A tí y a mí.
Pero no conocemos la verdad, no conocemos a
Dios, ni a Jesús en el instante de aceptarlo. Es un proceso de maduración espiritual.
Las cadenas que nos atan al viejo “yo”, se van rompiendo una a una, a medida
que nos adentramos en el amor de Dios, que es en Cristo Jesús.
El secreto es hacerle lugar a Nuestro Salvador
en nuestro interior. Juan el bautista lo expresó magistralmente en una corta
frase: “Es necesario que El crezca, y que yo disminuya” Juan 3:30.
Cuando Jesús comienza a crecer en tu interior
entiendes el significado del pasaje del principio. Entiendes lo que significa “pidan”.
El Señor no dice que serás lleno de
inteligencia para conocer los vericuetos de como obtener lo que Dios tiene para
tí. No dice “aprende a ser santo, puro y sin mancha y luego te concederé la
habilidad de obtener lo que deseas.
No
Dos ideas son imprescindibles de entender,
la primera: Permanecer en Cristo,
y la segunda: Pedir.
la primera: Permanecer en Cristo,
y la segunda: Pedir.
Mediante una vida de oración, Dios te concede
todas las cosas en su Hijo.
Puede que tengas dificultad en entender que es permanecer
en Cristo. Es permanecer en oración, es establecer una relación permanente con
Dios, mediante la comunión diaria con su Hijo.
Ora en todo tiempo. Ora hasta que no lo
consideres aburrido. Ora en las cosas simples. Da gracias por eso que crees que
te pertenece, porque nada es tuyo. Da gracias al salir de la casa, y al entrar.
Dar gracias es un excelente principio de oración.
Que la oració deje de ser una obligación y pase
a ser una necesidad. Permanece en Cristo.
¿Que no sabes orar?
¿Sabes quiénes oran mejor? Los niños. Su
transparencia no busca fluidez, no elabora frases pomposas. Dicen: Jesús, trae
a papito a casa, o tengo hambre. Simple.
Una oración
puede ser un gemido, pueden ser lágrimas con un “no puedo más, Señor
ayúdame”
El Señor dijo: Yo soy la vid y ustedes las
ramas. ¿De dónde cuelgan los racimos? Claro, de las ramas, de los sarmientos. ¿Pero
de dónde viene el alimento?, del pie de la viña, de la raíz. La oración es lo
que te une a la raíz, y de allí llegan las respuestas a tus pedidos. Pedid todo
lo que queráis y os sera hecho.
Finalmente, nunca dejes de orar ni de pedir, tu
imaginación no puede contener lo que Dios tiene guardado para tí.
Oremos juntos: Padre Celestial, tú enviastes a
tu Hijo a morir por nosotros, en El Tú prometiste darnos todas las cosas.
Enséñame a vivir en Cristo, enséñame a depender de tí, dame fuerzas para
permanecer, dame voluntad para venir a tí en cada momento de mi vida. Que tu
Santo Espíritu me guíe en la oración. Ayúdame a disminuir para que Cristo
crezca en mí.
En el nombre de Jesús.
Amén
Bendiciones
Tu hermano en Cristo
Roosevelt Altez
email: raltez@gmail.com
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