miércoles, 27 de julio de 2022

Los cuernos de bronce


 

   Nuestros espíritus están montados en un bastidor que es obra de ingeniería divina. Allí es donde ingresamos nuestros pensamientos cuando nos alistamos para, en el nombre del Grande y Único Dios, atender la solemne y asombrosa ceremonia que se prepara dentro de nosotros cuando oramos. No es fácil percibir la grandiosidad de la escena, puesto que, aparentemente es fácil de visualizar. Pero no nos engañemos, nos presentamos delante del mismo Dios que hizo temblar con truenos y relámpagos el monte Sinaí, con estruendos y fuego que aterrorizó a todo un pueblo, Israel. Y debemos presentarnos como sacrificio vivo, agradable. Debemos santificarnos, es decir, apartarnos de todo lo mundano, incluidas preocupaciones, ruidos, distracciones y poner toda nuestra voluntad en aquel que habita entre serafines y querubines, en medio del mar de cristal, y miríadas de ángeles. Somos las víctimas propiciatorias atadas a los cuernos del altar, altar de bronce, de justicia y de juicio. Esto obliga a una reverencia que tiene que surgir del conocimiento de nuestro interlocutor, y no puede ser sustituido por palabras vacías. El que escudriña el corazón del hombre conoce a quien se acerca al Trono de Gracia para recibir misericordia, y por supuesto, conoce sus intenciones.

   Antes de que se rompiera de arriba abajo el velo del templo (Mateo 27:51) y se nos diera acceso a la presencia divina, el sumo sacerdote entraba sólo una vez al año, a pedir perdón por sus propios pecados y los del pueblo. La ceremonia de limpieza del mismo, sus vestiduras, todo lo que debía cumplir para no ser muerto en el Lugar Santísimo, estaba detallado en la ley de Moisés.

  Y era cumplido al pie de la letra.

   Se ataba una cuerda alrededor de la cintura del sacerdote, con campanitas, y otra larga, que era sostenida desde afuera, en caso de que el levita fuera muerto por la majestuosa presencia del mismísimo Dios.

Tal es la seriedad con la que debemos tomar el allegarnos a nuestro Dios.

Venimos a pedir que se nos escuche desde nuestra paupérrima condición. Maravillosamente, o debiera decir milagrosamente, lo primero que se nos brinda es amor, desconocido, abrazador, total, que nos llena de paz. Cuando, como el polluelo en el mullido abrazo de las alas de su madre nos sentimos sobrenaturalmente confortables,  estamos listos para despacharnos con nuestras peticiones.

Bendiciones

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sábado, 8 de marzo de 2014

No quites los ojos de la Cruz


“Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” Juan 3:14-15


Ante la rebeldía del pueblo hebreo, Dios envió serpientes ardientes que comenzaron a morder al pueblo y a matarlos. Dios mandó a hacer a Moisés una serpiente de bronce, y ponerla en un palo, para que todo aquel que la mirara, fuese sanado.

Nuestra rebelión es manifiesta, y la única forma de salvarnos es mirar la Cruz del Calvario, es creer en el voluntario sacrificio de Jesús por nosotros y que por su sangre nosotros tenemos entrada al lugar de Dios, al Lugar Santísimo.
Relata Mateo, en el evangelio que lleva su nombre, que en el preciso momento de la muerte de Jesús, el velo del templo se rasgó de arriba abajo, representando la re apertura de nuestra comunión con Dios mediante el sacrificio del Ungido.

No hay otro sacerdote a partir de ese momento. Cristo es el Sumo Sacerdote, el Cordero sacrificial, y el abogado que tenemos en el Cielo, siempre delante del Padre intercediendo por nosotros.

Por eso, mientras algunos beben cerveza, o vino, en este tiempo de lo que debería ser una santa celebración, yo te invito a embriagarte con la presencia del Espíritu Santo, con su bautismo.

Eleva conmigo esta oración:
“Amado Padre Celestial, en este tiempo en que se conmemora la muerte y resurrección de tu Hijo, de Nuestro Señor Jesucristo, yo te pido que cambies mi corazón, que me hagas entender a cabalidad lo que significa su sacrificio para mi vida, y que aceptes mi renuncia a toda maldad y mi fidelidad a esa Cruz que es la única manera en que yo puedo ser salvo”
En el nombre de Jesús
Amén

Tu Hermano en Cristo

Roosevelt Altez
Pastor MTS

jueves, 27 de febrero de 2014

Capeando el temporal



Los discípulos despertaron a Jesús y le dijeron: «¡Maestro, Maestro, estamos por naufragar!» Entonces Jesús despertó, reprendió al viento y a las olas, y éstas se sosegaron, y todo quedó en calma. Y les dijo: ¿Dónde está vuestra fe? Lucas 8:24-25

Todos nos hemos enfrentado a tempestades en nuestra vida. Hemos aprendido que hay diversas formas de pasarlas, pero a veces nos aterran, nos arrinconan.

Hay tormentas de arena, de viento, de lluvia torrencial, de truenos y relámpagos. Todas tienes algo en común, ninguna es agradable y  siempre asustan.

Imaginemos juntos la situación descrita en el pasaje de Lucas. El cielo se ha puesto tan oscuro que no notamos la línea que lo separa del mar, masas de agua y nubes en continua rotación se mezclan en el horizonte, mientras la lluvia nos abofetea el rostro, furiosa. Nuestro bote es sacudido como una hoja, ladeándose peligrosamente, y recibiendo agua en cada sacudida. Intentamos achicar pero no podemos mantenernos en pie, y si no nos aferramos a algo, corremos el riesgo de ser arrojados por la borda en una de las sacudidas.

¿Me sigues?

Pasemos a los protagonistas.

Los pescadores del relato temen hundirse en cualquier momento.

 -Yo te pregunto: ¿tú los culparías por tener miedo?

No obstante, Jesús les pregunta: ¿Dónde está vuestra fe?
Seguro esa no sería la pregunta que tú o yo esperaríamos del Maestro de Galilea en medio de una terrible tempestad.

Tampoco los discípulos.

Mientras el viento sopla, el agua nos azota la cara y nuestra frágil humanidad se sacude, recordemos que Jesús siempre tenía, y tiene, algo para enseñar. Esa fue su misión, ese fue el motivo de andar con ellos por tres años y medio, Maestro y discípulos desempeñaban el rol específico para el cual cada uno fue llamado.

Entonces, la pregunta de Jesús tenía un cometido, algo que remarcar.

¿Cuál era?

Contestemos con otra pregunta: ¿Dónde tenían ellos fija la vista? 
O deberíamos preguntar, ¿se sentían perdidos? ¿aún con Cristo en su barca?

-Sí, por las olas amenazadoras, donde centraban toda su atención, mientras de Jesús sólo podían ver que dormía.

Nuestro Padre Celestial quiere que confiemos en Él en medio de la tempestad; cuando parece que el tornado viene directo a aporrearnos y a llevarse nuestra casa; cuando el huracán sopla de tal forma que amenaza volarnos el techo; cuando los rayos caen a nuestro alrededor, alcanzando objetos cada vez más cercanos.

Y por supuesto, cuando nuestra liviana y frágil embarcación parece destinada a hundirse irremediablemente, Dios quiere que mantengamos la vista fija en el consumador, autor de la fe, Cristo.

Cuando las borrascas comiencen a probar tu fuerza, no te avergüences de tener miedo. Los discípulos tuvieron miedo, ¡Y tenían a Jesús en su bote!

Aprendamos de ellos. Usemos los próximos cinco minutos para preguntarnos: ¿Dónde está mi fe?
¿Has depositado tu fe en tus propias habilidades o en las de otra persona,  y parece que en cualquier momento se va a dar vuelta el bote?

Es tiempo de relajarte, respirar hondo.

Puedes en este mismo instante navegar fuera de la tormenta.

Recuerda: tienes a Jesús en tu bote.

Cuando las tempestades, de cualquier tipo, te azoten, ten presente esto: Tu Padre, quien tiene el poder de sosegar las olas y parar el viento, te protegerá.

Ten fe, Él está contigo en la tormenta.

Oración: Padre Amado, Todopoderoso, las circunstancias adversas me golpean, me sacuden en esta hora, he retirado mi vista de ellas, y puesto mis ojos en ti. Sé que estás conmigo y es todo lo que necesito. Señor, reprende y calma la tempestad.
En el nombre de Jesús
Gracias
Amén

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miércoles, 26 de febrero de 2014

No te dejaré, si no me bendices


Y dijo: Déjame, que el alba sube. Y él dijo: No te dejaré, si no me bendices.
Génesis 32:26

No desestimes nunca el Poder de la Oración. Cuando oras de acuerdo a la voluntad de Dios, tu oración es imparable.

 -¿Qué cómo conocemos la voluntad de Dios?
 -Interesante pregunta

La respuesta es estudiando cuidadosamente las Escrituras Sagradas.
Jesús nos hizo esta promesa: “Si permanecen en mí y mi Palabra permanece en vosotros, pidan todo lo que quieran y les será hecho” Juan 15:7

Claro, te fuiste como yo la primera vez que lo leí, directamente a la parte segunda de la frase: “pidan todo lo que quieran y les será hecho”.

Nos encanta, es como si hubiéramos encontrado la famosa lámpara de Aladino, como si Dios fuera el genio enorme y con voz de trueno, contenido en aquel tan pequeño recipiente.

Pero no es así, la oración es un todo, así que la primera parte: “Si permanecen en mí y mi Palabra permanece en vosotros” es tan o más importante que la segunda, puesto que es la condición para que la última se cumpla.

Así que la pregunta es si caminamos de acuerdo a las preciosas y nada gravosas enseñanzas del Maestro. Él dijo que fuéramos a Él, trabajados, cansados y cargados, que dejásemos nuestras cargas a sus pies y que lleváramos su yugo, pues era liviano. Mateo 11:28-31
Si lo estás haciendo, pide sin dudar, y seguro que tus oraciones van a ser contestadas.

Es más, no es sólo en el pasaje de 15:7, también dice Juan, ya anciano, en su primera carta: “Y esta es la confianza que tenemos en Dios, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquier cosa que pidamos, también sabemos que tenemos las peticiones que le hubiéremos pedido” 1 Juan 5:14-15

Por lo tanto, no te des por vencido, no te des por vencida y recuerda lo que también dijo el Maestro en Mateo 7:7: 
“Pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y se les abrirá. 8 Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre. »¿Quién de ustedes, si su hijo le pide pan, le da una piedra? 10 ¿O si le pide un pescado, le da una serpiente? 11 Pues si ustedes, aun siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más su Padre que está en el cielo dará cosas buenas a los que le pidan!”

Por si no te diste cuenta el pasaje comienza con pidan, pero levanta el tono y la segunda acción es más intensa: busquen, y luego (cuando ya estás desesperado o desesperada): llamen  

En el pasaje inicial, cuando Jacobo luchó con el ángel, rayaba el alba y seguía aferrado al ser celestial, al pedido de que lo soltara dijo…

 -(Anda, lee de nuevo) “ Si no me bendices no te dejaré”
La pregunta es: ¿Qué tan agarrado o agarrada estás tú a la promesa?

¿Quieres orar conmigo?
Amado Padre Celestial: Venimos a Ti Señor Todopoderoso y Eterno, a humildemente recordarte tus promesas, y a pedirte, buscarte, y llamarte, para que concedas esta petición: (______________________)
Te lo pedimos en el Nombre que es sobre todo Nombre
En el Nombre de Jesús
Y en El decimos
Amén y Amén

Te saluda
Tu Hermano en Cristo
Roosevelt Jackson Altez

Pastor MTS

viernes, 12 de julio de 2013

¿Adónde vamos?


“como está escrito: “Cosas que ojo no vio ni oído oyó ni han subido al corazón del hombre,
son las que Dios ha preparado para los que lo aman.” 1 Corintios 2:9

En el Estado de Alaska construyeron un puente que no llevaba a ningún lado. El puente no tiene carretera del otro lado del río.
En Irlanda, cuando la situación económica estaba muy mal, el gobierno decidió encarar un proyecto para dar trabajo a los más necesitados. Y comenzaron a construir una carretera. El plan era avanzar con la carretera.
Todos comenzaron con alegría a trabajar juntos, hasta que un día alguien preguntó: -¿Adónde lleva esta carretera?
Un capataz respondió: -A ningún lado (y era verdad).
Los dirigentes del país pensaron que el lugar adonde terminaría la carretera era irrelevante, lo importante para una persona sin trabajo es… trabajar.
Pero cuando se supo que la carretera no tenía un lugar específico donde terminar, que no servía para lo que sirven los caminos, para llegar, los obreros comenzaron a tomar descansos largos, ya no trabajaban duro como lo hicieron al comienzo. Ya no les importó porque simplemente no había una motivación para continuar.
Objetivos claros provocan deseos, pasión, son el combustible de nuestra motivación. Pero cuando no hay un blanco preciso, nos volvemos haraganes, ya no nos importa si llegamos o no.
La pregunta es ¿adónde vamos? ¿adónde vas?
Este pasaje nos ayuda a contestarla: “Su señor le respondió: “¡Hiciste bien, siervo bueno y fiel! Has sido fiel en lo poco; te pondré a cargo de mucho más. ¡Ven a compartir la felicidad de tu señor!” Mateo 25:23
Hay una recompensa mayor, un premio que no es posible de describir con palabras, una alegría permanente y sin lágrimas, largos y eternos días sin lucha ni aflicciones. Ese es el objetivo, ganar un lugar al lado de Señor para disfrutar eternamente de su compañía, junto con los nuestros.

 Amado Padre Celestial. A menudo vagamos sin rumbo, despertamos, trabajamos y nos vamos de nuevo a dormir sin un objetivo. Enséñanos que hay un camino que lleva a ti, muéstranos la recompensa, para poder seguir luchando.

En el Nombre de Jesús te lo pedimos.
Amén

Dios te bendiga grandemente
Tu hermano en Cristo
Roosevelt Altez


jueves, 27 de junio de 2013

Dios te dice hoy...


Hoy Dios dice que las bendiciones que vienen a ti, desafiarán toda lógica.
Dios te dice que las bendiciones que hoy llegan a ti humillarán a todos aquellos que hablaron arrogantemente en contra de tu persona.
Los milagros que Dios traerá sobre ti y tu casa avergonzarán a aquellos que creyeron tener tu futuro en sus manos.
Los que hicieron votos y juraron que tu nunca progresarías serán testigos del levantarte glorioso que Dios ya ha dispuesto.
No te quebrantes, no sacudas la cabeza, no pierdas el sueño, por aquellos que dicen no a tus sueños, que niegan tus optimistas palabras.
Ellos verán a Dios secando tus lágrimas.
Ellos escucharán la risa de reyes y la alegre celebración en tu casa.
Relájate hermano, descansa. Tu gran milagro hará que ellos se tragen sus palabras.
En el Nombre de Jesús

Amén


jueves, 23 de mayo de 2013

La oración de un pecador

La oración del recolector de impuestos



En cambio, el recaudador de impuestos, que se había quedado a cierta distancia, ni siquiera se atrevía a alzar la vista al cielo, sino que se golpeaba el pecho y decía: "¡Oh Dios, ten compasión de mí, que soy pecador!" ” Lucas 18:13


Jueves, Febrero 16 de 2012
El recolector de impuestos, llevado por un profundo sentimiento de culpa, consciente de su maldad, y la suciedad de su pecado, cae humillado delante de Dios. Clamando por misericordia, destrozado su corazón ante lo evidente de sus faltas.
Ese sentirse sucio por lo que hemos hecho mal, esa certeza de que hemos caído en un pozo muy profundo por lo que hicimos, nos llena de desprecio por nosotros mismos, de necesidad de perdón. Ese sentimiento es diametralmente opuesto al de orgullo, de la oración del pomposo sacerdote.
Apreciamos el aguzado contraste, y nos percatamos de la vaciedad, la falta de valor del rezar sin ton ni son, del orar para que los demás nos escuchen.
Del otro lado, y porque lo sentimos bien hondo, con un nudo en la garganta, nos reconforta la intrínseca belleza de nuestras lágrimas delante de Dios.
Nuestra auto condena, y nuestro desprecio por nosotros mismos, nos lava y nos levanta cuando venimos delante de Dios en oración.
Oración: Señor mío y Dios mío, no quiero que mi oración sea vacía, llena de mi ego. Quiero orar como el recolector de impuestos. Dios amado, ten misericordia de mí, un pecador, confórtame, perdóname, necesito paz.
Amén

Tu hermano en Cristo
Pastor Roosevelt Altez